miércoles, 17 de febrero de 2010

UNA EDUCACION SIN FRONTERAS

Imagen: Iglesia Luterana Salvadoreña

En esta ocasión me jactare un poco; contándoles sobre la universidad a la que asisto y estudio, a la vez me da la oportunidad de conocer infinita mente muchas experiencias de todo tipo, sobre los/as compañeros/as estudiantes, los maestros/as, el ambiente del lugar y su naturaleza; la que creamos y con la que nos encontramos. Además me permite tecnificarme y obtener mucho conocimiento sobre mi carrera; El trabajo Social y sobre muchas otras cosas.

Hablo de la Universidad Luterana Salvadoreña; una universidad que pretende ser diferente a todas las demás en su concepción, filosofía de enseñanza y de inclusión de la población de sus estudiantes.

Una universidad concecuente con las problematicas de las/os jóvenes de los pueblos, barrios, colonias y comunidades de nuestro El salvador; siendo así la única universidad que cuenta con un plan de cuotas diferencidas para los estudiantes que se ven con dificultades de accesar a la universidad nacional o pagar una mensualidad alta en otras universidades privadas y que en la mayoría de estas su fin ultimo es lucrarse del estudiante mas que convertirlo en un sujeto de cambio con la enseñanza cultural, técnica y científica. También es la única universidad con un programa residencial de estudiantes que viajan de lejos y se ven imposibilitados de regresar a sus hogares.

Son muchas las cosas maravillosas de esta universidad y creo que se reflejan en el cumplimiento y aspiración de su misión y visión la cual se las comparto:

VISIÓN DE LA ULS

Fundamentándose en nuevas concepciones educativas para responder a necesidades sociales del país, actuales y futuras, debidamente aprobada por los organismos correspondientes, su formulación es la siguiente:

Ser una Institución de Educación Superior que contribuya eficaz y eficientemente al desarrollo económico y social sustentable con paz, justicia y democracia y a la construcción de una nueva civilización pluralista, formando profesionales integrales con calidad académica.


MISIÓN DE LA ULS

La Universidad Luterana Salvadoreña es una institución de Educación Superior creadora para favorecer a sectores marginados de las posibilidades de educación, ofreciéndoles carreras que demanda el desarrollo sostenible y basándose en un modelo educativo participativo; forma profesionales con valores, científico-técnica y moralmente integrales para enfrentarse a futuras exigencias de la sociedad salvadoreña.

Sustentada en la inspiración cristiana, funciona democráticamente y garantiza una sólida calidad humana a través de la docencia, la investigación científica y la proyección social.

Nuestro Orgullo...

En esta maravillosa universidad; muy extraordinaria, llena de hombres y mujeres trabajadoras/es se encuentra un gran hombre de su tiempo; Dagoberto Gutierrez; quisa el mas grande intelectual hasta el momento en El salvador y este es el vicerector y mi maestro de DDHH; es maravillosa cada clase; es sumamente interesante aprender de el y convivir con su humor sabio.

Hoy comparto 2 articulo escritos por Dagoberto publicados en muchos sitios de la web y entre ellos del Diario Colatino.


Fotografia: Observador Juvenil

Los nísperos de la universidad

Dagoberto Gutiérrez

La Universidad Luterana es un bosque en una universidad aunque también puede ser una universidad en un bosque y desde sus aulas, el verde de la arboleda se filtra por la luz, por las ventanas, por las puertas y por todos lados, las cotuzas animalitos pequeños de color rojizo han alcanzado una población creciente y en la noche se oyen correr sobre la hojarasca seca y en el día se cruzan indiferentes del bosque a la universidad y de la universidad al bosque, buscan comida, pero también amoríos entre ellos y más de alguno, de los más atrevidos se asoma a la carretera para regresar de inmediato. Las hojas del bosque caen una tras otra en este verano ardiente, caen indolentes y casi ciegas como si supieran, desde siempre el camino a recorrer.

Las ardillas rodean los árboles más gruesos con su movimiento nervioso e inagotable, se persiguen unas a otras y miran, con frecuencia, a los estudiantes que en el anden cercano al bosque leen, platican, toman café y se enamoran, parecen reírse cuando suben veloces los árboles más altos y se ríen aun más cuando, desde allí dejan caer las zunzas más maduras, estas estallan en el suelo o en las piedras con un ruido seco y metálico y rápidamente las ardillas descienden para comer con prisa y sin dejar de ver a los muchachos y muchachas, de la fruta madura y también de la verde.

Los bejucos descienden indolentes y verdes desde los árboles que rodean la plazoleta de actos frente a la biblioteca, algunas raíces salen de la tierra y como lagartos cansados se extienden bajo el sol mientras los pájaros, en su paraíso verde, danzan, cantan, hacen el amor sin enamorarse y preparan sus nidos.

Frente a la entrada de la universidad hay dos árboles caracterizantes, siempre verdes y lozanos, siempre cubiertos de hojas que se enamoran en el viento y siempre con ardillas que tras correr llenas de nervios como algodón caminante desde la arboleda hasta el árbol de níspero, se instalan en su copa y desde allí se despachan todos los nísperos que se les ocurra, los árboles resuenan con un ruido metálico como si una máquina de escribir escribiera una historia, pero en realidad son los dientes eficientes de las ardillas que agarrando entre sus dos patas la fruta la parte rápidamente y come su carne como quien con un cuchillo filoso partiera, de trozo en trozo y rítmicamente la comida lista para comerse.

En la época de cosecha los árboles de níspero parecen llover cuando pedazos de la fruta caen una y otra vez desde sus copas, y de repente una cola grande y dos ojos saltones cortan los rayos de sol para saltar de rama en rama como rayos o relámpagos que se fugan con prisa de los ojos de los estudiantes que no pueden captar el salto rápido de los comensales de níspero.

Al final de la tarde cuando las aulas están llenas de estudiantes y solo se escucha la voz de los profesores y cuando el sol se oculta con temor huyendo del día como la sangre se fuga de la herida, de las sombras tempranas del bosque aparecen dos, tres, cuatro, cinco o más cotuzas que pintando de rojizo el patio se disponen a comer, como si dispusieran de todo el tiempo de su vida los restos de los nísperos que las ardillas no quisieron comer.

Estos animales color sepia avanzan y se detienen y en la plena tristeza del anochecer se mantienen alertas aun ante predadores inexistentes en la universidad, parecen comer en fila desde el más grande hasta el más chiquito, no se disputan la comida porque hay en abundancia y comen y comen y comen hasta que sin aviso previo salen corriendo presurosos, como si temieran llegar tarde a una cita, al bosque umbrío que los espera.

Este día se iniciaron las clases en la universidad y por todos los rincones los estudiantes llenan el aire, unos van presurosos y otras no muestran prisa, unos miran para todos lados hacia las aulas o hacia el bosque y otras parecen no ver nada ni a nadie, alrededor del árbol de níspero los novios se miran como si se tratara de la primera o de la última vez, se dan nerviosos un beso antes de dirigirse a recibir en aulas diferentes, materias diferentes sus clases de diferentes profesores.

Este día han llegado vendedores y vendedoras que desde el exterior de la universidad ofrecen elotes cocidos, olorosos y modestamente elegantes, otros venden frutas y, en ocasiones especiales, han llegado vendedoras a ofrecer shuco en horas de la noche, en pequeños huacales de morro, con chile, frijoles y pan francés, las ventas abundan más el primer día de clases, pero algunas se mantienen todo el año.

Toda la universidad se llena de risas y estalla la palabra mientras la tiza restalla en la pizarra y la atención estudiantil se concentra y se divaga, sube y baja, unos anotan incansables en sus cuadernos y otras escuchan atentas mientras su mirada viaja de la pizarra al profesor y mientras tanto un viento de verano danza en las ramas del bosque y se mete en las aulas por la ventana y corretea suavemente hasta llegar a la pizarra blanca que agradece la frescura.

Es el primer día de trabajo en una larga jornada de un ciclo entero y los muchachos y muchachas afrontarán sus clases y sus exámenes, aprenderán a pensar, y a encontrar cara a cara a la realidad mientras las ardillas llenas de nervios seguirán saltando de rama en rama en el níspero que siempre las espera.


El primer día de clases

Dagoberto Gutiérrez

El día se despierta lentamente y la noche se retira sin hacer ruido, como si supiera que regresará dentro de poco, los árboles del bosque parecen danzar abrazados por el viento mientras una hilera de cotuzas, cinco para ser exactos, avanzan, con los nervios de punta, hacia una exuberante mata de bambú.

La Universidad Luterana inicia este día las clases de un nuevo ciclo y todo esta listo, como la novia a la espera del novio, para la boda más armoniosa, entre la juventud y el conocimiento, entre el docente y el alumno, entre la pizarra que espera y el yeso que la besa.

Y entre la voz del maestro y la mirada risueña del estudiante; todas la aulas tienen sus puertas abiertas, y las ventanas mirando al bosque verde esperan que la brisa mañanera las roce levemente como sin querer, una bandada de guaras , aparecen como viniendo de La Puerta del Diablo, se posan en lo mas altos de los palos de mamey y construyen un coro de risas, de voces y caricias, alzan vuelo, y se van así como llegaron, sin previo aviso y sin rumbo aparente.

La Universidad se colorea, del amarillo, del verde, del rojo y el azul, y de todo el plumaje extendido en el cielo.

Lentamente el parqueo se llena de vehículos, y los primeros buses con estudiantes del Bajo Lempa, empiezan a parquearse en la arboleda al frente de la universidad, mientras la risa, el saludo y las miradas encontradas invaden los corredores.

Rosita, de unos 60 años , muy menuda, muy delgada y muy fuerte, destapa su canasto de mercancías, y así, en el redondel del primer árbol de níspero, se empiezan a formar los primeros grupos de compradores. Bajando el graderío que conduce a la plaza de actos, están las primeras mesitas de cemento, hasta donde llegan los bejucos vegetales que caen de las ramas, y allí, mientras toman café, se forman los primeros corrillos de estudiantes, mientras una pareja de audaces, sin duda viejos conocidos, se internan en el bosque mas allá de la mata de mano de león y mas cerca del bambú oxigenante.

Las ardillas miran todo, desde sus azoteas, y sin dejar de mover sus colas nerviosas, suben y bajan de sus arboles conocidos.

En una de las aulas , los alumnos empiezan a manejar el arte de las computadoras y tocan con cuidado las teclas maquinales; en otras aulas, el profesor se pasea ante las filas de estudiantes, mientras explica las razones de Hegel para adorar al Estado; en otra, la pizarra se llena de números, para mostrar , las razones del Producto Interno Bruto, y en otra, el profesor dibuja la composición geológica de la tierra y los efectos devastadores del cambio climático con su diferencia con la variabilidad del clima. En una de las aulas de la segunda planta, la profesora explica, Biblia en mano, las razones teológicas del perdón cristiano “El Dios Cristiano, dice, no es ingenuo, te perdona pero te exige corrección”.

Otros estudiantes, muchachos y muchachas, siguen buscando el aula que les corresponde, y van y vienen, de las aulas, a la pizarra que contiene todo el cuadro de las clases, algunos se queman con el café caliente, y otros piden perdón por un pisotón no intencional, solo para descubrir en la supuesta ofendida, las pestañas mas colochas que el ofensor había visto jamás.

Se forma una fila serpenteante, que llega hasta la oficina de administración académica, y mas de algún niño o niña que acompañan a sus madres, rompen a llorar abrumados por la tensión del primer día, sus madres intentan imponer la calma, para oír bien, el estado de sus notas de exámenes, esta cola es para saber las calificaciones que les posibilitan las siguientes materias de su pensum.

Vestidos de todos los colores y todos los estilos, cuerpos delgados y robustos, miradas reposadas o llenas de audacia, cabezas rapadas o llenas de colochos, más mujeres que hombres, hacen estallar la universidad, de la risa, la pregunta el interés y el afán por el conocimiento.

La Rosita, la vendedora mas antigua, viaja todos los días desde Zacatecoluca, y vende las frutas de estación, los jocotes de corona, los mangos tiernos, sazones o maduros, las anonas en agosto, y los dulces artesanales que siempre tienen clientes asegurados, ella espera pacientemente, como si tuviera todas las horas del tiempo en su pupila, que lleguen los compradores.

En las afueras de la universidad ya están apostados a estas horas de la mañana, los primeros vendedores de paletas y de sorbetes y se van agregando, lenta y sin parar, otros vendedores, de baratijas, de relojes atómicos, vendedores de diarios y de revistas religiosas; un puesto improvisado de comida improvisada y vendedores improvisados parece estarse levantando en el bosquecillo de enfrente, al otro lado de la calle, ya apareció la primera mesa y la primera banca, un bote de regular tamaño de plástico y lleno de salsa, ha aparecido como por arte de magia encima de la mesa, como si allí fueran ha aparecer toda clase de pupusas.

Alumnos y alumnas siguen llenando las aulas, y al mismo tiempo las pizarras se llenan de números y de letras, y por un instante toda la universidad se hace una sola palabra y una sola oración mientras las cotuzas regresan apresuradamente a su bosque, a sus cuevas silenciosas como si también recibieran clases ese día, las ardillas danzantes bajan de sus arboles para investigar el bullicioso silencio, están seguras de que algo pasa y que tiene que ver con ellas, no sabrán nunca que la universidad enseña a sus alumnos los misterios de la realidad, la belleza de la vida y el compro-miso que tenemos con ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario