Este es un articulo de opinión sobre el proceso histórico - político "independentista". Explica a detalle lo que en aquel momento, el 15 de septiembre de 1821, se acordó y se firmo. También revela las intenciones políticas y comerciales. Fue publicado en dos partes por el Diario Colatino el pasado lunes 6 y lunes 13 de septiembre de 2010.
Por Dagoberto Gutierrez
(I)
El numeral 1 del documento revela una distancia confrontativa entre los intereses del pueblo independentista y los firmantes del acta que buscaban culminar su maniobra. Por supuesto que el texto es excesivamente perverso, por franco y cínico, porque nos muestra todo lo antipopular que escondió la reunión de Guatemala en ese mes de septiembre. Normalmente se entiende que una independencia de una colonia imperial pasa por el trapiche popular y es el pueblo el artífice de la libertad. Sin embargo, aquí se trató, en el palacio nacional de Guatemala, de evitar la participación del pueblo, para que este no frustrara la independencia palaciega que se cocinaba a fuego lento.
A partir de este primer numeral, el acta pasa a organizar lo que era lo más importante para los conspiradores, es decir la asamblea de marzo de 1822, en donde se definiría lo relacionado con la independenciaz. Llama la atención la minuciosidad con que el redactor va abordando, paso a paso, lo relacionado con el procedimiento electoral. Esto revela que eso era, justamente, lo importante. Aunque, como ya vimos, lo realmente importante era la anexión a Nueva España y no ninguna asamblea independentista; no obstante, para guardar las apariencias, el redactor del texto detalla sobre los participantes, sobre el cuerpo electoral y las convocatorias.
Sobre el cuerpo electoral, resulta notable el interés en la población de origen africano, porque muestra que por lo menos en esos momentos esa porción resultaba importante para las votaciones que interesaban a los redactores. Los numerales 8 y 9 son los que muestran y demuestran que no se trató de ningún acto independentista ni de ninguna gesta de ese tipo, porque en el numero 8 se resuelve que el gobierno continuara siendo dirigido, controlado y manejado por el mismo Brigadier Gabino Gainza, el mismo que recientemente había sido nombrado como jefe de la Capitanía General por los poderes de la metrópoli. Pues bien, en una demostración elocuente de que aquí no ha pasado nada y que los mismos siguen mandando y que los mismos siguen siendo mandados, Gainza sigue siendo el que controla el poder. Si alguien llama a esto "independencia", tendrá que esforzarse mucho para demostrarlo.
De cara a los intereses de los conspiradores, esto resulta ser, sin embargo, un paso lógico porque Gainza, siendo parte de la conspiración, no podía ni debía ser apartado de todo este negocio y resultaba ser, además, una demostración de buena fe de estos independentistas con respecto a la metrópoli. Desde luego, era un mensaje elocuente hacia los controladores del virreinato de Nueva España. Por supuesto que esta maniobra no podía ocultarse aunque ha permanecido soterrada y oculta al escrutinio analítico. Pero como todos los nuncas se llegan y vivimos un momento en donde la única certidumbre es la incertidumbre, todos los cofres polvorientos parecen abrirse por ellos mismos.
Por si esto fuera poco, el texto dice que para ponerse a la altura de las circunstancias y para respetar apariencias (no es cita textual) se formará una comisión consultiva, y pasa a nombrar a los integrantes. Hasta aquí aparece lo que pudiera ser una decisión sabia que equilibre las cosas, porque entonces el hombre fuerte, Gabino Gainza, deberá consultar a esta comisión y esto quería decir entonces que ya no tenia todo el pode,r y que estos independentistas o lo eran de verdad, o querían ser, o querían que los vieran como tales.
Sin embargo, y en una muestra de excesiva lógica imperial, los independentistas dicen que esta comisión consultiva deberá consultar con Gainza todos los temas importantes. Y miren que cosa mas notable la de estos señores, porque resulta que no es Gainza el que deberá consultar -como se pudo creer al principio, lo que hubiera limpiado la cara de estos firmantes-, pero quizás ellos creyeron que nadie iba a leer nunca este documento y, mucho menos, que pudiera ser sometido a juicio critico, pero, vaya que se equivocaron! porque cuando dicen que es la comisión la que debería consultar al hombre fuerte, ponen en la plaza publica a todas las visceras de su maniobra, y ellos mismos, sin ninguna clemencia para ellos mismos, aparecen y parecen como leales monarquistas y desleales independentistas. Ahora bien, este era un paso inevitable porque ellos necesitaba asegurar el control del poder y ganar tiempo para culminar su anexión a México; probablemente contaban con la resistencia de los criollos de San Salvador, aunque no con la certeza de que ellos eran tan poco independentistas y, mucho menos, que llegaran hasta ofrecer El Salvador al gobierno de los Estados Unidos. Esto significa que en esos años abundaba de todo, menos de independencia.
El documento pasa a asegurar el orden y encarga de esto a la Iglesia Católica de Guatemala, que aparece así como aliada privilegiada del poder imperial. Por supuesto que en la misma acta se premia a la Iglesia católica, al asegurarles sus propiedades y sus rangos a la jerarquía eclesial, al mismo tiempo que se le garantiza que serán la única fe aceptable en estas tierras, algo parecido ocurre actualmente con el articulo 26 de la constitución de 1983.
En realidad, la asamblea de 1822 no llego a realizarse, porque la actividad predominante fue la organización del acuerdo regional sobre la anexión a México, la que efectivamente se logra y sepulta, como se esperaba, a cualquier asamblea independentista, porque la maniobra era precisamente eso: Impedir la independencia e impedir que naciera Centroamérica. Los acontecimientos posteriores demostrarían cuanto resultó de estos socavones históricos. Toda esta reflexión resulta necesaria para aproximarnos a la comprensión de los estados que surgieron en cada una de las provincias que integraron la Capitanía General de Guatemala. Para los salvadoreños en particula,r esta reflexión nos acerca a las raíces históricas del calvario que ha significado para el pueblo llamado salvadoreño, los sucesivos regímenes políticos que arrancaron de estos acontecimientos que estamos comentando.
(II)
Como los pueblos tienen problemas con la Historia y no con la memoria, conviene establecer que ambas,memoria e historia, siendo viajes al pasado, no buscan, sin embargo, lo mismo. La memoria se basa en el recuerdo como patrimonio de cada persona y tiene, además, plasticidad y discrecionalidad, por eso depende de cada persona y de la fidelidad de su recuerdo. La historia es siempre hecha por los pueblos pero escrita por los poderosos a partir de sus conveniencias, y aquí la verdad es una sola, es la verdad oficial, que requiere que los súbditos tengan en su cabeza una determinada visión. Por eso es que hay historia oficial y nunca memoria oficial.
El Salvador y Centroamérica son escenario fiel de las anteriores afirmaciones, y la historia oficial, que revive cada mes de septiembre y abandona su ataúd polvoriento, nos habla de independencia, de próceres, de independentistas, de patrias y patriotas, de civismos y de fiestas, pero nunca, nunca, de las fuerzas motrices ni de correlaciones, ni de intereses que determinaron los acontecimientos de 1821. Lo mismo ocurre con los alrededores de esas fechas y con las luchas fracasadas para construir Centroamérica como realidad política. Todo lo anterior determina que el documento político fundamental del país, el Acta de Independencia del 15 de Septiembre de 1821, sea un documento secreto, clandestino, prohibido y, quizá, ilegal. Este documento secreto nos informa de la intensa lucha política del momento y de las correlaciones de fuerza que dinamizaban los acontecimientos. Nos aclara hasta qué punto los independentistas eran independentistas y, en todo caso, nos dice de quien querían independizarse.
El poder imperial español era un poder oscuro y lejano, y para el caso de los criollos de la provincia de San Salvador, lo más importante era liberarse del control de los criollos de la Capitanía General de Guatemala. Hay que recordar que a partir de las reformas borbónicas, San Salvador llegó a ser intendencia, sometida a Guatemala, y que Centroamérica, como tal, no existía. Toda la actividad económica importante con la metrópoli pasaba por el control de Guatemala y los poderosos criollos de San Salvador necesitaban sacudirse la coyunda de personajes como los Aycinena, que desde Guatemala manejaban los hilos del comercio y se aseguraban las mayores ganancias. Los de Guatemala estaban bien con la metrópoli y los de San Salvador estaban mal con los de Guatemala. Para unos y otros los acontecimientos se precipitaron, porque los franceses invadieron España y capturaron a un rey español de poca valía. En tanto en el Virreinato de Nueva España (México), se producen las heroicas rebeliones de los curas Miguel Hidalgo y José María Morelos, asesinados ambos por los españoles. Un desconocido militar español, Agustín Iturbide, se levanta contra el poder peninsular, declara la independencia, se proclama emperador y exige la anexión de Guatemala a México.
Todos estos hechos presionaron letalmente a los criollos de Guatemala y por eso se reunieron urgentemente en esa ciudad para decidir qué hacer. Y el documento que contiene las decisiones es el llamado Acta del 15 de Septiembre, de cuya lectura se pueden extraer las siguientes ideas:
a) los criollos de Guatemala no buscaban la independencia de España sino ganar tiempo mientras aseguraban mantener sus vínculos de dependencia con la metrópoli,
b) su maniobra consistía en proclamar una independen-cia en suspenso, mientras se aseguraba la anexión real de Guatemala al Virreinato de Nueva España,
c) esto explica porque el acta del 15 de septiembre no es ni definitivo ni seguro, porque todo pasa a ser decidido por la asamblea que es convocada en el mismo documento del 15 de septiembre, para reunirse en la ciudad de Guatemala en marzo de 1822,
d) el acta del 15 de septiembre dedica gran parte de sus 18 numerales a la organización de esta asamblea decisoria,
e) los criollos de San Salvador aspiraban a romper sus vínculos de dependencia de la Capitanía General de Guatemala, pero su afán independentista no llegaba a tanto porque una vez culminada la anexión de Centroamérica a México, los criollos de San Salvador integraron una comisión, de la que formaba parte José Matías Delgado, que viajó a los Estados Unidos para ofrecer la anexión de El Salvador a ese país,
f) el acta de independencia, de 18 partes, empieza en su primer numeral con una confesión tan franca que llega al cinismo rampante porque dicen que proclaman la independencia “para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.
Aquí encontramos la separación absoluta entre los intereses de estos independentistas y el pueblo real de carne y hueso. Observemos que esa consecuencia temible a la que se refieren los firmantes resulta ser, nada más y nada menos, que la independencia, la cual en manos del pueblo sería de verdad. Y para estos personajes el problema se agrava porque esta independencia de verdad era la voluntad general del pueblo de Guatemala, pero no la de estos independentistas que querían culminar con éxito su maniobra.
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