sábado, 22 de octubre de 2011

Hay que pensar el país desde las vulnerabilidades

Entre los desastres de los últimos años en El Salvador, después de las victimas, es la perdida de las cosechas el punto mas frágil y sentido por las comunidades rurales, y que tiene como resultado, una crisis y una perdida de la soberanía alimentaria.  Foto: Henry Barillas. 


Por Jose Carlos Palacios. 
Facilitador social y Técnico en Gestión de Riesgos.


Los datos más recientes sobre la cantidad de personas afectadas y las pérdidas materiales causadas por las lluvias confirman, la enorme vulnerabilidad social y ambiental que convierte a los fenómenos naturales en desastres humanitarios. Tal constatación debe hacernos pensar el país a partir de esta vulnerabilidad.

Esto significa que toda la acción gubernamental, las actividades del sector privado y el actuar de la población deben partir de las condiciones de vulnerabilidad y orientarse a la reducción de la misma.

Hasta hoy, todo se ha hecho como si fuéramos un país normal, olvidando que la inmensa mayoría de la población es vulnerable porque ha sido y sigue siendo vulnerada.

Pero, para concretar este cambio de paradigma se necesita, en primer lugar, un cambio de mentalidad en toda la población a través de procesos de sensibilización y concientización sobre las causas de nuestra vulnerabilidad.

Y para esto es necesaria una educación para la reducción de la vulnerabilidad, con enfoque de gestión de riesgos y prevención de desastres.

En segundo lugar, se requiere un cambio de actitud en los sectores empresariales, especialmente aquellos cuya avaricia, irresponsabilidad e irracionalidad son causa fundamental de nuestra vulnerabilidad.

A estos empresarios debería, por lo menos, vigilárseles y tomar medidas legales para que no se aprovechen de la calamidad pública aumentando precios y haciendo propaganda de aparentes donantes, cuando se sabe que declaran los montos aportados bajo ese concepto, para su respectiva deducción de los impuestos. Con el agravante que mucho de lo donado no proviene de sus activos, sino de donaciones de sus empleados o particulares.

Y en tercer lugar, se requiere una gestión gubernamental distinta, lo cual implica cambiar las reglas de administración de la cosa pública basada en la primacía del mercado, por reglas compatibles con el medioambiente, que reivindiquen la dignidad humana y garanticen la continuidad de la vida.

Esta nueva perspectiva implica que todas las políticas, planes y programas del gobierno central y de las alcaldías deben pensarse a partir de las vulnerabilidades e implementarse enfocadas en la reducción de esas vulnerabilidades.

Esto significa que, por un lado, el gobierno no haría ni autorizaría nada que aumente las vulnerabilidades y, por otro, haría todo lo que esté a su alcance para reducir las vulnerabilidades.

En tal sentido, no aprobaría ningún proyecto que empeore las condiciones de vida de la población o deteriore aún más el ecosistema; y, por el contrario, impulsará medidas estructurales que reduzcan la marginación social, la exclusión económica y la depredación del medio ambiente.

Anoche, durante su alocución en cadena nacional de radio y televisión, el Presidente Mauricio Funes hizo referencia a esta necesidad de hacer las cosas en forma diferente. Esperamos que lo “diferente” se aproxime a las ideas anteriormente apuntadas.

De ser así, el pueblo le aplaudirá y nos veremos comprometidos y comprometidas a acompañarle en dicho empeño. De ser un discurso al estilo de gobiernos anteriores, sin tocar las fibras más sensibles de los grupos que vulneran al pueblo, nos asiste el derecho de denuncia y exigibilidad, amparados en el principio universal de dignidad humana.

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